• El candado que no te deja avanzar para lograr tus objetivos se abre con dos llaves.

Por: Verónica Veana
 
¿Cuántas veces has tenido frente a ti aquello que buscabas, eso que siempre soñaste: el trabajo perfecto, la pareja que querías, el momento adecuado, la oportunidad que esperabas, el viaje de tus sueños, el puesto anhelado o cualquier otra persona, objeto o situación que pedías o deseabas tiempo atrás?

Estuvo frente a ti, quizá hasta lo viviste por algún momento, pero después se te fue de las manos o simplemente lo dejaste pasar.

Imagínate sentado en un cuarto blanco, donde sus paredes revelan tus más grandes sueños y, como por arte de magia, a unos metros tuyos “cae del cielo” y se postra frente a ti algo maravilloso. ¡Sí, es tu sueño!, lo que deseabas; ahí está, muy cerca, tan cerca de ti que casi de forma inmediata empiezas a visualizarte viviéndolo, escuchando todo lo que la gente te diría y lo que tú mismo te dirías por haberlo logrado, sintiendo también  una vibración que recorre todo tu cuerpo por la felicidad que éste te provoca. Entonces, te levantas del piso para correr hacia el objeto, persona o momento soñado, pero cuando estás solamente a unos centímetros de tocarlo y empezar a vivirlo, te das cuenta que no alcanzas a llegar; algo te detiene el pie para dar ese último paso que se convertiría en el primero hacia el camino de tu felicidad.

De forma desesperada volteas a ver de qué se trata y te topas con una cadena cerrada con un candado que enreda tu tobillo y no te deja avanzar. Cuando recorres con tu mirada esa cadena para ver de dónde viene, te das cuenta que es tan larga que ni siquiera alcanzas a ver el principio; como si fuera infinita.

“Estuviste a punto de llegar”, “CASI lo lograste”, “no te faltaba nada”, “tan cerca y tan lejos”. ¿Cuántas veces te han dicho esto? ¿Cuántas veces te has sentido así? 
 
                                                                        
                                                                        Foto vía Askmen.com

Hoy quiero decirte que las llaves que abren el candado de esa cadena se relacionan con la Responsabilidad y Actitud.

Esa cadena tan pesada, con la que caminamos muchos días de nuestra vida arrastrándola y que se convierte en un desgaste físico y emocional para nosotros se llama miedo.

Alguna vez lo platicamos, el miedo puede convertirse en un verdadero freno en tu vida.

¿Qué pasaría si todos los días, al despertar, revisas tu tobillo? Si ves que alrededor de él empieza a formarse esa cadena de miedos, aunque sean pequeñitos, aunque sea solamente una sombra, inmediatamente saca esas dos llaves, porque estás a punto de saber cómo funcionan.

Recuerda esto: No existe nadie ni nada que tenga el poder para hacerte enojar, sufrir, llorar o incluso reír, a menos que tú se lo des; por lo tanto, SOLO TÚ eres responsable de tu vida.

¿Sabes por qué muchas personas no maduran o evolucionan?
Porque pasan culpando a otros de lo que les sucede; de esta forma, a veces ni los éxitos y mucho menos los fracasos los asumen como consecuencia de sus actos; por lo tanto, si cometieron un error, están esperando que alguien más –o la vida misma “como por arte de magia”- los resuelva. Esto es algo que nunca pasará, por eso se estancan en situaciones de las cuales no salen.

Si por alguna razón alguien decide empezar a actuar por ti para resolver tus asuntos, entonces le estás entregando a esa persona todo el poder para que decida lo que cree que es lo mejor para ti y no lo que tú realmente quieres.

El esperar a que el tiempo, la vida o alguien más arregle tus cosas es evadir tu responsabilidad, es quedarte en tu zona de confort y aceptar lo que venga en lugar de buscar obtener lo que quieres.

Cuando eras pequeño, tus padres decidían por ti lo que mejor te convenía, o mejor dicho, lo que ellos así consideraban; ahora has crecido y es momento de aceptar con gratitud esa responsabilidad. A partir de ahora entras tú en acción.

Lo que hicieron o dejaron de hacer tus padres, familia, amigos, pareja o lo que la vida te brindó en tu pasado de alguna manera te marcó un camino y si no te gusta o quieres hacerle modificaciones, tú puedes darle esa nueva dirección.

                                                                             
                                                                            Foto vía: Lockerdome.com

Hay momentos en los que sentimos que las puertas no se abren para nosotros, vemos a otras personas y pensamos "¿por qué la suerte está de su lado?"

No, seguramente las puertas no se les han abierto tan fácil como tu crees y tampoco es cuestión de suerte –aquí es donde entra tu segunda llave- es cuestión de actitud.

Cuando caminas por tu vida culpando a otros de tus frustraciones  y aceptando cargar el sentimiento de derrota sobre tus hombros, la gente lo notará y no solo se verá afectada tu imagen, también estarás dañando tu autoestima y seguridad personal y con ello, tu entorno completo.

Entonces, con una mala actitud efectivamente estarás generando situaciones negativas en tu vida que solamente se acabarán hasta que decidas modificar tu actitud por ti, por tu vida y tu bienestar.

Bien dice la frase: "Corrige el interior y el exterior se pondrá en su lugar".

Empieza a hacer las cosas por ti. Cuando asumes la responsabilidad de tu vida, las cosas empiezan a cambiar para bien, mientras que tu buena actitud se convierte en tu mejor aliada para vencer todos los retos que decidas enfrentar.

También tienes la opción de no intentarlo; de quedarte como estás, en ese lugar cómodo que ya conoces y al cual te estás acostumbrando; de seguir viviendo tus sueños a medias; de querer hacer creer a los demás que tienes o vives ciertas cosas, pero al llegar a tu casa vuelve el sentimiento de derrota cuando te das cuenta que nada de lo que dices es cierto, creyendo que engañas a todos, cuando en realidad solo te engañas a ti mism@.

Voltea nuevamente a ver esa cadena que hasta hoy sostenía tu tobillo, pero deja de verla con miedo, tampoco sirve de nada verla con frustración y lamentarte por lo que hiciste o dejaste de hacer en el pasado, empieza a darle a tu tiempo su verdadero valor, porque un día, una hora o un segundo más que pospongas puede ser la diferencia entre lograrlo y seguir viviendo en el “casi lo lograbas”.

“Toda persona debe decidir una vez en su vida si se lanza a triunfar, arriesgándolo todo, o si se sienta a ver el paso de los triunfadores.”  
Thomas Alva Edison
 

Comentarios potenciados por CComment