• Todo lo perderemos en algún momento; al elegir, dejamos otra cosa; cuando se gana, también se pierde  y todo tiene consecuencias.

Por: Jorge Cantero
 

Hace poco les platicaba que existen 4 reglas para lograr bienestar y satisfacción en la vida; el día de hoy profundizaremos en cada una de ellas para explicarles por qué llegué a estas conclusiones:
 
  • Somos absolutamente vulnerables, porque en realidad TODO lo perdemos, más tarde o temprano. Hasta la misma vida. No hay manera de retener a las personas o las cosas que tenemos o que están a nuestro lado, solo podemos gozarlas mientras están con nosotros. Aceptar nuestra absoluta vulnerabilidad no nos vuelve débiles; por el contrario, nos vuelve inmensamente poderosos porque nos ayuda a perder el miedo. Si todo lo vamos a perder y lo aceptamos como tal, no hay nada que temer. Ni a la muerte misma.
 
  • En toda elección hay un intercambio, puesto que no podemos tener todo lo que deseamos en un mismo momento. En el punto en el que elegimos algo, lo que sea, debemos dejar otra cosa. Es la naturaleza misma de la elección. No podemos estar en dos lugares al mismo tiempo. No podemos hacer dos cosas a la vez. Si de nuestro 100% de tiempo disponemos del 50% para trabajar y el 20% para dormir, solo nos queda 30% para hacer el resto de las cosas; no podemos producir más tiempo. Decidir no es otra cosa que intercambiar.
                                                                             
                                                                            Foto vía: Everyday Mindfulness
 
  • Todo está siempre en equilibrio, porque al mismísimo estilo del yin-yang, siempre que se pierde algo, se gana algo, y siempre que se gana algo, se pierde algo. Es inescapable. Cualquier pérdida siempre trae una ganancia a la vuelta de la esquina. Después del anochecer, sigue el amanecer. No se puede conocer al bien sin el mal. No se puede conocer la belleza sin la fealdad, al amor sin el desamor o al placer sin el dolor. Si hoy experimentas un gran dolor a causa de una enorme pérdida, recuerda que más tarde o temprano, ganarás algo grande también.
 
  • Cualquier cosa que elijas o que hagas, produce consecuencias, porque nuestras acciones son como una piedra que cae a un lago. Al hacerlo produce ondas...y esas se mueven inexorablemente hasta alcanzar su destino. Una mentira produce consecuencias en tu vida, del mismo modo que lo hace un acto de servicio desinteresado. Es la ley del karma — más como lo entiende el Zen; honestamente, yo tampoco creo en la reencarnación –, o dicho de otro modo, la 2a ley de Newton: a toda acción corresponde una reacción, de igual intensidad y en sentido inverso.
 
Por supuesto, no pretendo ser simplista. Y cuando dije que esto era como una especie de manual de instrucciones, estaba bromeando. Sin embargo, SÍ creo fielmente que seguir estas reglas — que como he dicho, operan a nuestro alrededor, así nos demos cuenta o no — con aceptación incondicional, respeto y responsabilidad, garantiza en gran medida que experimentemos paz y tranquilidad en el aquí y ahora. No es “bulletproof”, digamos. No es un método a prueba de fallas. De hecho creo que la única forma de descubrirlas y terminar por aceptarlas es fallando justamente, pero sí me da la impresión de que a veces deberíamos tratar de luchar mucho menos contra la naturaleza y simplemente tratar de fluir… en alineación con nuestros principios y nuestra consistencia interna.
 
Y que conste esto con toda claridad: por fluir y dejar de luchar contra la naturaleza no me refiero en ningún momento a dejar de luchar contra la adversidad o de batallar día a día por nuestros sueños o por crecer y evolucionar — lo que Paulo Coehlo llama, en su extraordinario “Manual del Guerrero de la Luz”, el buen combate –. Lo veo más bien como lo hacía Shoma Morita (psicoterapeuta japonés): cuando es invierno, hace frío. Es lógico. No puede ser de otro modo. ¿Para qué obstinarte por salir en bermudas a la calle mientras está nevando? No importa si quieres que haga calor… si hace frío, mejor cúbrete con una buena chamarra.
 
A todos nos toca perder, y aún si hemos sido muy afortunados, un día moriremos. No puede ser de otro modo. El verdadero valor no se encuentra en la necedad de querer que todos sea siempre como queremos, sino en la sabiduría de la paciencia, de la constancia, de la renuncia, la aceptación; del caer y sobre todo, del aprender a levantarnos, con la cabeza levantada, el cuerpo erguido y dispuestos a una batalla más, abiertos y optimistas.
 
¿Fácil? Claro que no. Pero como he insistido muchas otras veces… ¿cuándo rayos les he dicho que vivir sea fácil?

Como siempre, un abrazo.
 

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