• Un paseo por el Río Sena, el Museo que cada año tiene 8.5 millones de visitas, una Catedral histórica y una tumba majestuosa.

Por: Raúl García

Por fin llegó nuestro ansiado viernes de viajes en Inspira, y seguimos recorriendo la ciudad luz, la hermosa Paris, Francia con sus maravillosos edificios, jardines y plazas llenas de historias y leyendas, de batallas y héroes, de emperadores y catedrales, de palacios donde se resguardan piezas invaluables de la humanidad. ¿Están listos? ¡Acompáñenme!

Nuestro día comienza muy temprano en una fría mañana parisina y decidimos buscar otro pequeño café de los cientos que existen en la ciudad; un lugar pequeño donde el sol aparece poco a poco, haciendo que el vapor de nuestro café se combine con el viento.  Terminamos y nos dirigimos a nuestro primer destino: La Catedral de Notre Dame.
 
                                                                                                
 
Para llegar, tomamos la avenida Quai de Montebello, que bordea el río Sena, hermosos paisajes de lo nuevo y viejo de Paris se descubren frente a nuestros ojos, como advirtiéndonos de la obra monumental que estamos apunto de apreciar, la Cathédrale Notre-Dame –La Catedral de Notre Dame-. Se ubica en la Isla de la Cité o Isla del Asentamiento; es un pequeño islote que está rodeado por el río Sena.

Esta isla en el año del 52 a.C., en los tiempos de Julio César, no era habitada ni por el pueblo nativo-los parisii- debido que era una isla pantanosa y fácilmente anegable, pero aun a su suelo débil para la construcción los celtas comenzaron a dedicar este espacio al culto religioso, para después el Imperio Romano erigiría el templo a su Dios Júpiter-uno de los principales dioses de la mitología romana-. En el transcurso de los años, la isla sufrió varias transformaciones como la misma ciudad, y fue hasta el año de 1163 cuando se comenzó a construir esta maravilla dedicada a María Madre Virgen de Jesucristo; justo de ahí es de donde se deriva el nombre de “Nuestra Señora”, terminada por fin en el año de 1345.

Construida en el tiempo del esplendor gótico, estilo artístico que comprendió entre el periodo Románico y Renacimiento, este estilo utiliza la ligereza estructural, sus dos elementos básicos son el arco apuntalado y la bóveda de crecería que hacen que la carga de los muros se distribuyan de la mejor manera, haciendo que la altura de los mismos sea mayor.

Por fin llegamos, atravesamos los puentes y nos dirigimos por la calle Petiti Pont. Justo de nuestro lado izquierdo vemos como las dos grades torres se elevan hacia el cielo, comenzamos a caminar por ese sendero de piedra,  en cada paso no podemos quitarle la vista de encima, su presencia es tan imponente que nos hace ver a todos los turistas como pequeñas hormigas en su base. Nos encontramos cara a cara con su característico vitral en el centro de la estructura, justo arriba de sus tres magnificas puertas; nos formamos para entrar y aunque es aún temprano ya existe la fila para el ingreso.

Damos ya nuestros primeros pasos, descubrimos una inmensa bóveda tan alta como sus torres, en conjunto con una iluminación de las lámparas tenues nos hace imaginar cuando no existía la electricidad, cuando todo era iluminado por velas y antorchas. Al caminar podemos escuchar los pasos de cada una de las personas presentes; de repente nos topamos con una imagen que nos hace recordar nuestros orígenes y nuestro hogar, nos encontramos con la Virgen de Guadalupe, por un momento nos sentimos no tan lejos de casa y añoramos nuestra patria. En el extremo de la Catedral nos encontramos con sus tres vitrales justo arriba del altar principal, dando un mundo de color a los claros oscuros de los muros.

                                                                                   
 
Para seguir con nuestro recorrido decidimos trasladarnos a la misma tumba del Emperador Napoleón y el Museo del Ejército.  La primera está situada en el Palacio Nacional de los Inválidos-Hôtel National des Invalides- originalmente funcionó como residencia para soldados y militares, construido en los años de 1671 al 1676 y hoy en día contiene varios complejos de museos y religiosos.

Fue edificado por voluntad del rey Luis XIV, y en 1840 los restos mortales de Napoleón Bonaparte fueron traídos de la isla Santa Elena a Paris por el rey Luis Felipe I. Su conjunto arquitectónico contiene el Domo-le Dôme- la cúpula dorada de la capilla de San Luis y se encuentra a menos de 400 metros de la Escuela Militar.

El mausoleo del autoproclamado emperador está organizado de una manera tal que todo gira alrededor de los restos de Bonaparte. Un gran sarcófago de porfirio rojo de Rusia descansando sobre granito verde; enorme e imponente como seguramente lo fue el emperador en sus años dorados. Está situado en el centro de la cripta circular, cuenta con dos pisos para poder apreciar el féretro de una manera tal que sólo puede observarse levantando la mirada e inclinándose en el segundo piso, como si estuvieras cara a cara con un Rey.

                                                                                        
 
Al salir nos dirigimos al museo del ejército, donde existen las diferentes etapas de la historia del ejército Francés. Por sus pasillos hacemos un viaje en el tiempo. Nos encontramos con los mosquetes, pasando por la primera y segunda guerra mundial, además de otras intervenciones que este país ha tenido a lo largo del tiempo. Cuenta también con armaduras medievales pero no sólo de Francia sino de otros países, además de maquetas de los fuertes a invadir, creadas para el rey Luis XVI para sus planes de batallas, pero las zonas más grandes son las dedicadas a las dos guerras mundiales. Un viaje en la historia que no te puedes perder.

                                                                                         
 
Cae la tarde en la ciudad luz, pero aún nos falta por visitar unos de los destinos más fascinantes de esta ciudad: El Museo del Louvre - Musée du Louvre-El Museo Nacional de Francia, dedicado a las bellas artes. Su misma edificación y construcción es una historia como ninguna. La reina Catalina de Médicis fue quien hizo del Louvre lo que vemos hoy en día.

La edificación estuvo unida al palacio de las Tullerías - Palacio de las Tejeras- que perdió muchos de sus tesoros y artísticos por un gran incendio en 1870, por lo que fue derribado y desde entonces el Louvre domina el gran espacio del Palacio. En 1980, tras varios estudios fue sometido a una modernización, fue en ese momento que se construyó la pirámide de cristal, diseñada por Ieoh Ming Pei para que fuera el acceso a los visitantes, una obra que contrasta con las construcciones clásicas pero que da el toque final a la evolución de la ciudad. Con sus enormes colecciones de arte e historia, el Louvre es uno de los museos más visitados del mundo, con sus 8,5 millones de visitas anualmente.

En su interior, y atravesando el recibidor, nos encontramos con largos pasillos envueltos en una serenidad como ninguna, como si el tiempo se hubiera detenido dentro del museo, rompiéndose de vez en cuando por la tecnología de las cámaras de seguridad y la alta tecnología para resguardo de las obras. Su colección es tan inmensa que es difícil saber donde empezar y distribuir el tiempo de la visita.

Sus colecciones van desde esculturas del antiguo Egipto; colecciones de reyes y emperadores; pinturas pequeñas y monumentales de todos los ciclos artísticos y, entre ellas, la Gioconda de Leonardo Da Vinci, pieza que no debe faltar en tu primera visita; antigüedades de Mesopotamia, Irán, Palestina, arte Cristiano y del Islam ¡no terminaría en describir todo lo que esta maravilla contiene! La sensación de recorrer sus pasillos pero encontrar a cada instante detalles impresionantes en sus pinturas, esculturas e historia que no podrás ver ni vivir en ningún lugar es una experiencia inigualable.

                                                                              

¡Qué día!, prácticamente recorrimos toda la ciudad; desde las islas en el río Sena, atravesando siglos de historia en sus calles empedradas para llegar al Mausoleo del Emperador Bonaparte y el Museo de Ejército. Dejamos toda nuestra tarde libre para recorrer cientos de metros de arte y cultura, rodeándonos de la belleza que el hombre puede crear, descubrimos pinceladas de artistas famosos, cincelazos en la piedra de esculturas de culturas antiguas, y aun así no hemos visto una fracción de las bellas artes que contiene.

¿Qué más daríamos que hubiera un hotel dentro del museo para no salir hasta terminarlo? Y, así como el museo, esta ciudad tiene aún misterios, leyendas y toneladas de historia que ansían ser descubiertas por los millones de visitantes y locales que caminan diariamente en esos callejones, calles y caminos de piedra de Paris, la ciudad luz, para mostrarlas al mundo entero.

¿Qué llevar?
  • Pasaporte en todo momento (original y copia).
  • Paris es la capital de moda, así que depende de la estación del año en que la visites puedes combinar tu guardarropa.
  • Un abrigo para el clima frío de la ciudad.
  • Pantalón de mezclilla por resistentes.
  • Botas o calzado urbano.
 
¿Qué no llevar?
  • Como en nuestro día anterior al visitar la ciudad, no cargues todo en tu bolsa o mochila, lo que no vayas a ocupar déjalo en el hotel..
 

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