Por: Raúl Gracía

Regresamos al bello estado de Veracruz para continuar con nuestro Julio extremo, recorreremos un lugar lleno de naturaleza, ríos y cascadas; para ello tendremos que llegar a las montañas y luego descender en una caminata con nuestro equipo para ponernos a prueba con la fuerza de la naturaleza en un recorrido hermoso e imponente. Nos rodearán grandes cañones de roca, guiados por una de las fuerzas más increíbles y a la vez más tranquilas de nuestro planeta: el agua. Nuestra vista se pierde en lo espeso de la selva y necesitaremos de nuestra adrenalina para surcar las rocas en los ríos. ¿Ya sabes cuál es nuestro destino?

¡Nos vamos a los rápidos en Tlapacoyan, Veracruz!

El viaje comienza muy de madrugada, como muchos de nuestros viajes; tomamos la carretera, pasamos por Puebla, Tlaxcala hasta llegar a las montañas Veracruz.  El trayecto saliendo de la ciudad de México es un poco más de 5 horas, por lo que al llegar al campamento ya está entrada la tarde-noche, pero aún así nos recibe un calor de esos que derriten las suelas de los zapatos.  Al ir saliendo del pequeño pueblo de Tlapacoyan, hacia nuestro campamento, la brisa que pasa por entre los árboles nos refresca y nos hace cerrar un momento los ojos y perdernos en los sonidos mismos de las aves al cantar, tan únicos y hermosos que no parecen reales.

                                                                  

El día siguiente empieza temprano para comenzar con nuestro descenso, tomamos la carretera y atravesamos pequeños ríos y campos de cultivo de plátano, hasta llegar a la entrada de un sendero. Recibimos indicaciones por parte de nuestro guía, quien por cierto lleva la balsa y accesorios en su espalda, por lo que no podemos quejarnos al bajar la montaña.

El sendero es pequeño con partes empinadas, rodeado de muros de piedra y selva, como los senderos antiguos de nuestros ancestros. Después de una hora llegamos a la base de la montaña; lo que nos recibe es un nacimiento de un río llamado Bobos, que más adelante tomará el nombre de Filobobos por la unión de otros ríos.

Nuestro guía nos da las últimas indicaciones y brincamos a la balsa, comenzamos a remar poco a poco, sintiendo en nuestro rostro las primeras gotas del agua del río, tan fresca y dulce como ninguna otra. La corriente es tranquila en esta parte del río, por lo que disfrutamos de la hermosa vista que nos ofrece el recorrido.

                                                                         

Seguimos navegando en el río, pero a lo lejos notamos que las aguas ya no son tan calmadas y nos preparamos para enfrentar a los rápidos. Lentamente la velocidad de la corriente se incrementa, el agua se turbia y se vuelve blanca por los muchos remolinos y rocas. Palabras como: “Adelante”, “Alto” nos grita nuestro guía para que podamos atravesar los rápidos, y así como empezó termina. El agua se tranquiliza y regresamos a la calma, pero al dar la vuelta en el siguiente risco, nuestros ojos nos relevan no uno si no al menos tres rápidos más; nuestra adrenalina vuele a subir y nos preparamos de nuevo, remando fuerte en dirección a lo más difícil.

                                                                  

Llegamos a un tramo tranquilo del río, dejando atrás los rápidos; algunas veces dejamos de remar y la misma corriente nos va llevando.  Llegamos a una gran roca incrustada en un muro de la montaña y no pudimos aguantarnos las ganas y saltamos desde lo alto,  son como 5 o 6 metros,  todo pasa tan rápido y a la vez tan lento; tomar valor de pararse en la orilla, de saltar y de sumergirse en las aguas del río ¡una experiencia inolvidable, como ninguna otra! Adelante en el trayecto nos encontramos con una cascada que nace directamente de la roca de la montaña, cae fuerte y más fría que la del mismo río, nos recargamos en la roca y dejamos que el agua nos caiga en los hombros y en el rostro.

                                                             

Mientras el agua cae en nuestros hombros y espalda sentimos, por un momento, que somos uno con la montaña, pensando en el gran reto que acabamos de superar. Una enorme paz nos recorre el cuerpo y mente, es como si el mismo río y montaña nos despidieran por ahora, deseando que regresemos por más aventura y vistas increíbles, y sabemos en nuestro corazón que así será, porque al día siguiente recorreremos la segunda parte del Río Filobobos, nos enfrentaremos a más grandes y fuertes rápidos, admiraremos una cascada impresionante de varios metros de altura, entraremos a cuevas casi sumergidas ¡y mucho más!

Así que no te puedes perder la continuación de nuestro viaje la próxima semana, solo aquí en tu sección ¿A dónde ir?, en Inspira.

¿Qué llevar?
  • Calzado urbano para explorar o tenis
  • Ropa fuerte como la mezclilla y camisas ligeras, esto debido al calor.
  • Short cargo o mezclilla
  • Repelente de insectos biodegradable y bloqueador solar.
  • Cámara fotográfica o video contra agua y golpes
¿Qué no llevar?
  • Para el descenso evita llevar tu celular o cosas delicadas que se puedan caer, así como sombreros. Usarás casco, así que te terminarán estorbando.
  • No es muy recomendable llevar botas, el agua las hace pesadas y si caes en ella se te puede dificultar el nadar
  • Abrigos y chamarras gruesas están de más, sólo te causan problemas de espacio.
Importante:
  • Sigue las instrucciones del guía en todo momento y no te confíes, si llegas a caerte no te alteres, ellos mismos te ayudarán; el chaleco salvavidas hará que flotes.
  • Si llevas cámara, asegúrala bien, resisten el agua pero si se llegan a caer será casi imposible recuperarla, no flotan
  • Cuida el ambiente evitando tirar basura en el camino.
Un gran agradecimiento a Aventurec por sus grandes atenciones, lo recomiendo para realizar esta aventura.
 

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