• ¿Alguna vez te ha guiado una manada de ciervos a tu destino? 
  • ¿Alguna vez tu destino ha sido un monumental Buda que te sonríe? 

Por: Raúl García

Llegamos al final de nuestro recorrido en el país del sol, y para cerrar con broche de oro visitaremos una ciudad que nos transporta al tiempo del Japón feudal, donde el honor y religión dominaban la vida cotidiana. En la actualidad es parte del Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y en sus jardines, bellos templos y castillos deambulan libremente los ciervos sika. ¿Ya sabes cuál es nuestro último destino aquí en Japón? Así es, no referimos a Nara 奈良市, el hogar de Buda que brilla como el Sol.

Vamos rumbo a Nara, 奈良市 Nara-shi, salimos muy temprano y llegamos justo al amanecer; a diferencia de Hiroshima, es una mañana fría pero despejada, así que nos reciben los primeros rayos del sol al comenzar a caminar por entre los jardines, que más parecen grandes bosques.  Al caminar, aún se escuchan las aves silvestres con el viento, mientras los graznidos de los cuervos en las alturas parecen avisar de nuestra presencia.  

Mientras damos más pasos, nos encuentran ciervos que salen de unos arbustos cercanos; detenemos el paso, pero ellos se acercan a nosotros lentamente, tomándose su tiempo, sin importarles los autos que pasan, parece que saben que no somos de estos lares y quieren conocernos.  Ellos mismos nos dan la seguridad para poder tocarlos y acariciarlos; de un momento a otro, llegan más y más, haciendo una bienvenida increíble, tratamos de caminar entre ellos para seguir nuestro paso, pero ellos mismos nos llevan, casi guiándonos a nuestro primer destino, Tōdai-ji 東大寺  el gran templo oriental.

                                                                          

Justo antes de entrar, los ciervos se dispersan y nos reciben dos grandes estatuas protectoras del templo, Tōdai-ji 東大寺, una mirada intimidante y desafiante para cualquier visitante, llamada Nandaimon 南大門, que significa “La gran puerta del Sur”; la atravesamos y llegamos a su patio principal, rodeado de murallas.  Su gran tamaño es porque en los años de 1199 era albergue para miles de peregrinos y monjes budistas; seguimos avanzando y enfrente de nosotros está el edificio principal Tōdai-ji, que contiene el baibutsu, llamado Daibutsuden, subimos por unas pequeñas escalinatas y ahí nos recibe una enorme estructura de madera de casi 3 pisos.  Al mirar hacia arriba, la estatua de Buda nos recibe con una mirada tierna que nos invita a pasar.  

Para apreciar toda la enorme estatua de Buda se tiene que caminar alrededor de ella, y con un juego de luz y sombras que la hace aún más impresionante. Los detalles dorados junto con sus columnas hermosamente decoradas hacen que te transportes a la época de su gran esplendor, donde lo único que se escuchaba en el interior eran las oraciones budistas con el sonido de sus campanas ceremoniales.

Cerca de ahí se encuentra El Shōso-in 正倉院, edificio construido con el  estilo azekura de cabaña de troncos; contiene reliquias asociadas al Emperador Shōmu y la emperatriz Kōmyō, también se encuentra el Shōrō, que contiene una campana -la de mayor tamaño con 3,87 metros de altura y de diámetro 3,71 metros- esta campana a diferencia de otras que hemos visitado, no está permitida tocarla, solamente se puede escuchar a las 8am todos los días y en año nuevo.

                                                                          

Después de maravillarnos con el templo de Tōdai-ji 東大寺 nos dirigimos ahora a Kōfuku-ji 興福寺, un templo budista; hermosos jardines y árboles centenarios están alrededor de éste.  Fue fundado por Kagaminookimi 鏡大君 la primera esposa del Emperador Tenji, que buscaba con su construcción que su esposo recuperara la salud.  Caminando nos encontramos con una Pagoda de cinco pisos,

EL Templo Kôfuku-ji tiene aproximadamente 50 metros de altura y  sobresale por encima de la copa de los robles japoneses.  Nos asombramos cada vez más al acercarnos a ver sus detalles en piedra y su estructura de madera que parece que la misma madera nace del edificio; fue construida por Fujiwara, no Fuhito, y sobrevivó a incendios por un rayo y un descuido de un monje, y hasta sobrevivó a que la destruyera un comerciante para sacar provecho de los metales.

                                                                         

Termina nuestro día en Nara, caminando de nuevo a la estación del tren.  En el camino de regreso, vemos cómo la misma manada de ciervos aparece de nuevo, esta vez detrás nuestro; ahora no nos siguen, simplemente se quedan a mitad del parque observando hacia nuestra dirección.  Me gusta pensar que nos están despidiendo de nuestro viaje por Japón, y así recordamos nuestra llegada al país del Sol, de nuestros paseos en las calles ajetreadas de Tokio; de la tradición y castillos de Kioto con su sensación samurai; para después asombrarnos con las murallas del Castillo de Osaka, recorrer su historia hasta la cima para escuchar el sonido del arco y flecha; después recordamos el tiempo cuando el mundo se volvió loco en Hiroshima, en su Domo Memorial de Paz y esa extraña niebla en nuestro recorrido que hacía entre ver algunas veces los rayos del sol, mostrando nuestro camino; concluyendo nuestro viaje en Nara, el hogar de Buda que brilla como el Sol, sintiendo la mirada tierna del Buda monumental y siguiendo a una manada de ciervos que fueron nuestros guías y nos transportaron al tiempo de los grandes bosques, donde el canto de aves y revoloteo de los cuervos era algo de todos los días.

Con sentimientos encontrados llegamos al aeropuerto de Narita, hacemos el check-in con nuestras maletas y algo de peso extra por todo lo que pudimos comprar, desde pijamas hasta katanas samurai.  Sentados ya en la sala de abordaje, recordamos y sonreímos para nosotros mismos, sabiendo que si bien es el final de una gran aventura, es por el contrario el inicio de una más grande y espectacular.

¿Qué más ver en Nara?

 Templos Budistas
  • Saidai-ji 西大寺
  • Gangô-ji 元興寺
  • Tôshôdai-ji 唐招提寺

Templos sintoístas
  • Templo Kasuga 春日神社
  • Parque de Nara (奈良公園)
  • Monte Wakakusa (若草山)

¿Qué llevar?
  • Un morral o maleta mediana para tu recorrido.
  • Ropa y calzado urbano para poder recorrer los jardines sin ningún problema.
  • Cámara fotográfica, en el interior puedes tomar fotos pero sin flash.
  • Tu pase JR para el tren.

¿Qué no llevar?
  • Ropa delicada, los ciervos pueden morder tu ropa en jugueteo.
  • Dependiendo de la época del año, abrigo y gorro por el frío.

Importante
Ten cuidado con tus pertenencias al caminar en los jardines cerca de los ciervos; les encanta morder papel, así que cuidado dónde guardas tu pase del tren JR, ya que si lo pierdes no puedes tener reposición.
 

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