• Sonidos de espadas Samurai en un duelo al compás de las cigarras.  

Por: Raúl García

Seguimos a un océano de distancia, en un lugar donde las tradiciones ancestrales se unen con la rapidez de la tecnología. Un país muy grande, no por el espacio que ocupa, sino por la tenacidad de su gente y sus ganas de emprender. Japón, el país del sol naciente; dice una leyenda que Dios sumergió en el mar su espada y que al sacarla gotas perfectas cayeron al océano formando las islas del Japón. Nuestro siguiente destino tiene ese aire de tradición, espíritu de honor y valor, donde los espíritus del bosque se hacen escuchar con el dulce sonido del viento entre las hojas, mientras el sonido de aves hacen que regreses a la época de samuráis; hablo de la antigua ciudad de Kioto.

Salimos de Tokio tomando el Shinkansen 新幹線  para llegar a la estación de Kioto; saliendo nos recibe la tradicional música de su cruce peatonal principal. Al comenzar a caminar en sus calles, nos damos cuenta enseguida que Kyōto-shi 京都市-su nombre original fue Heian-kyō 平安京- será un destino como ninguno. Para darnos una idea ¡entremos! Entre el año 794 y 1868 fue la capital de Japón, y fue en ese año que el emperador Meiji trasladó su capital a Tokio (recuerdan que vistamos un templo con su nombre la semana pasada); mucho antes de esto, el Emperador Kanmu hizo lo mismo con Nara, cerca del año 710, que era la capital en ese momento trasladándola a Kioto.

Recorremos calles muy tranquilas para llegar hasta nuestro hostal, calles con un olor a madera y agua, difícilmente creer que estamos en una ciudad moderna; aquí el desayuno es mucho mejor que en Tokio. Alrededor de las 7am se escucha una voz de una mujer ya mayor, nos llama a desayunar a todos los que estamos hospedados; sé que talvez les suene extraño, pero su voz hace parecer a la de nuestras abuelas, ya saben una voz dulce y tierna invitándonos a todos a tomar nuestros lugares en la mesa.

                                                                        

Después del desayuno con nuestra abuela, perdón, con los huéspedes del hotel, nos dirigimos a nuestro primer destino del día: El Castillo Nijō 二条城 Antes de llegar, nos damos cuenta que Kioto tiene el trazado de sus calles como un tablero de ajedrez, esto debido a una ciudad china que existía ahí hace más de mil años, y muchas casas y edificios Machiya – edificios tradicionales-. Nijō es un castillo al estilo japonés, con una superficie total de 275,000 metros cuadrados, entre diversos edificios, templos y fortalezas. Sus defensas eran construcciones de anillos concéntricos con un gran muro y pasadizos que llevan a la nada y gran foso, todo esto rodeaba el Palacio de Ninomaru; además, el muro exterior tiene tres puertas mientras que el interior tiene sólo dos.

Al pasar por la puerta principal entras completamente a otro mundo, al caminar por sus largos corredores nos damos cuenta de la inmensidad de la construcción y de sus grandes muros y torres con pequeños agujeros en la piedra para que los arqueros desde el interior disparen a los invasores. El mismo camino  del muro interior nos lleva al Palacio Honmaru y su hermoso jardín. Este palacio está distinguido por ser elegante y simple a la vez, al puro estilo arquitectónico Shoin-zukuri, el del japonés samurai. Entramos y nos recibe el piso del ruiseñor, llamado así porque cada paso en la duela hace el sonido de esta ave, alertando de cualquier intruso (los ninjas eran instruidos para no hacer ruido al caminar) Te reto a que camines en él y no provoques ningún ruido.

Seguimos recorriendo y contemplamos su lujosa decoración de hojas revestidas de oro, así como sus hermosos grabados en madera, estos debían de ser tan bellos y únicos como para que el shōgun alardeara sobre ellas a sus visitantes. Descubrimos que cada habitación tiene motivos diferentes dependiendo del uso que se le daba.

Caminamos por el Ninomaru, que es la parte del Palacio donde se recibía a los visitantes del shōgun. Puertas corredizas y pasajes entre las habitaciones con una vista impresionante a los jardines dignos de cualquier emperador.

                                                                               

Terminando nos dirigimos a Kinkaku-ji, 金閣寺 -significa Pabellón de Oro- y sí, tiene paredes de oro. Para llegar a él tomamos el transporte hasta llegar a la estación con el mismo nombre del templo, un camino de grava y piedras. Cada vez te va llevando más y más adentro del bosque hasta el punto de ver sólo un color verde y a lo lejos una montaña con un gran símbolo, pero ese no es nuestro destino.

Al ir caminando alrededor del lago, subimos y bajamos pequeñas pendientes hasta atravesar un pequeño puente, y ahí poco a poco se ven reflejadas las paredes doradas del templo, y si tienes suerte y el día está muy claro, podrás ver cómo el mismo lago parece brillar más que el oro mismo, el estanque es llamado Kyōko-chi, espejo de agua.

En el estanque existen numerosas islas y piedras que representan la historia de la creación budista; el pabellón Kinkaku-ji consta de tres plantas, sus dos planta superiores están recubiertas de oro puro o pan de orosu, el primer piso evoca a Shinden-zukuri llamado Cámara de las Aguas, el segundo piso es llamado Torre de las Ondas de Viento Buke-zukuri, este es el estimo más puro samurai, y el tercer piso con sus ventanas tiene un estilo Zen llamado Kukkyoo-choo y contiene 25 figuras Bodhisattvas (término propio del budismo que alude a alguien embarcado en el camino del Buda).

b                                                                        

Nos despedimos del pabellón para comer, pero antes nos desviamos para dirigirnos al Santuario Ujigami, 治上神社, un templo pequeño, santuario sintoísta de Uji (Kioto) es uno de los santuarios más antiguos que actualmente existen en Japón. El Ujigami es espíritu protector de villas o pueblos. Cerca de ahí existen varios restaurantes tradicionales japoneses, nada mejor para reanimarnos y llenarnos de energía que con un buen Soba, Udon, hechos de harina de alforfón o trigo, (Sobay Udon) el Remen se come caliente y tiene 3 sabores: salsa de soja, miso -que es soja fermentada y con tonkotsu, que es un delicioso caldo de cerdo- y para acompañar un delicioso té verde o un sake caliente (vino de arroz) si tienes ganas, no lo dudes y prueba todos los sabores.

                                                                   

Después de recuperar fuerzas y comer más de lo debido, nos trasladamos para encontrarnos con nosotros mismos, llegamos a Ryōan-ji 龍安寺 significa: El templo del dragón tranquilo y pacífico,  templo tipo Zen. Dentro de él se encuentra un karesansui –jardín seco, famosos en todo el mundo- debido a que su creador no dio ninguna explicación del por qué la creación de este jardín creando historias y leyendas por siglos  por su hermosa estética y detalle; ubicado en el salón Hojo, contiene quince piedras en tres grupos grandes, después un grupo de cinco y el tercero de siete.

Al sentarnos enfrente de él, una gran paz nos invade con su forma rectangular, su arena rastrillada, musgos y rocas, nos da una sensación de movimiento, pero a la vez de mucha paz debido a que no se aprecia todo de un sólo vistazo por sus dimensiones y porque la última piedra está casi fuera del jardín. Tenemos que movernos y caminar, pero inconscientemente lo hacemos lento, como olas del mar llegando en la marea de la mañana, creando un poco de paz de la que todos buscamos pero pocos logramos encontrar.

                                                                   

Después de sentir una paz interior, cae la tarde en los caminos de piedra y en las casas de madera;  nos trasladamos de nuevo al hostal, no sin antes dejar a un lado el mapa para adentrarnos a sus calles, y nos encontramos con Tō-ji, un templo budista a unas calles de la Estación de Tokio, un juego de luz y sombras creando un ambiente y es ahí cuando cierras los ojos y lo único que le hace falta es el sonido de katanas en duelo samurai a lo lejos, combinándose con sonido de cuervos y cigarras,  mientras una fuente de bambú hace eco y gota a gota va llenándose poco a poco hasta que se desborda y golpea la piedra para volver a empezar, una imagen perfecta para terminar nuestro día en Kioto.

                                                                              

Termina nuestro día en esta ciudad; descubrimos el arte samurai; caminamos por los pasillos de Nijō, entrando en su historia paso a paso en los pisos de ruiseñor; después nos deslumbramos con las paredes doradas de Kinkaku-ji, 金閣寺 -el Pabellón de Oro- probamos la comida típica con la bebida más típica de esta región; más tarde encontramos la paz en un jardín de roca, para terminar con un juego de luz y sombras en un atardecer como sacado de leyenda.

Nos preparamos para nuestros siguiente destino: tomaremos el Shinkansen para seguir visitando dos lugares, cada uno lleno de historia, uno de ellos de batallas y honor, mientras el otro está lleno de tradición y espiritualidad en medio de un mundo de flores de cerezos, símbolos  de el país del origen del Sol.

Consejos:
  • Recuerda que en muchos templos se hacen ceremonias, si te topas con una entra con respeto.
  • Evita tomar fotografías que incomoden a las personas.
  • Compra tu boleto de autobús para todo el día, así ya no buscarás cambio para el “pasaje”.
  • Si encuentras algo como ropa u otra cosa ve con un oficial y entrégalas, es una costumbre de Japón hacer esto.
  • Si puedes regresa al hostal u hotel para poder guardar tus cosas y no cargar de más.
  • Si compras espadas japonesas recuerda no portarlas sin su paquete en público..

¿Qué llevar?
  • Calzado y ropa cómoda.
  • Mochila ligera para los diferentes recuerdos.
  • Gorras para el sol.
  • Dependiendo del mes del año, lleva un abrigo en los meses de invierno pueden tocarte hasta nevadas.

¿Qué más visitar en Kioto?
  • Museo de Astroboy por su aniversario.
  • Sanjūsangen-dō 三十三間堂 el distrito de Higashiyama.
  • Hongan-ji 本願寺,  El templo del voto original.
  • Sai-ji  西寺 Templo del Este.
  • El Castillo Fushimi 伏見城 Fushimi-jō.
  • El Ginkaku-ji 銀閣寺 Templo del Pabellón de plata.
  • El Enryaku-ji 延暦寺
  • Kiyomizu-dera o Kiyomizudera, 清水寺, en japonés templo del agua pura.
  • Si tienes tiempo recorre y descubre sus aproximadamente 2000 templos, 1600 son budistas y 400 sintoístas.

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