Por: Raúl Garcia
 

Después de madrugar y pasar horas en el tráfico para llegar al trabajo, llega el tan esperado fin de semana; tiempo de descansar y romper la rutina.

Si decidiste pasar el fin de semana o tus vacaciones en la hermosa ciudad de México te recomiendo pensar en el siguiente destino.

                                                                                                                    
 

Entre tantos atractivos que tiene la ciudad se encuentra uno en particular que debido a nuestro ritmo de vida, manifestaciones y tráfico pasa desapercibido; pero siempre ha sido un punto de reunión para toda la gente de la ciudad, así como para los turistas. Este lugar es el Museo de Antropología e Historia, que se ubica en el bosque de Chapultepec.

El Museo Nacional de Antropología fue creado para albergar el patrimonio prehispánico de México.

En el lado norte, se presenta desde sus orígenes más antiguos de la migración por el Estrecho de Bering, pasando por las sociedades  en el Preclásico, el surgimiento de las grandes ciudades, lugares donde nacieron los dioses, Teotihuacan y Tula.

En el lado sur se presentan las diferentes culturas, además del Altiplano Central, terminando en la cultura mexica donde se muestran las grandes obras artísticas de nuestro gran pasado precolombino.

México, un área cultural donde sus habitantes realizaron relaciones que permitieron desarrollar una cultura, un modo de pensar y de vivir que sorprende aún hoy en día.
A todos nos llevaron de excursión por parte de la escuela o nos dejaron visitarlo para hacer un reporte. ¿Recuerdas esa sensación de salir con tus compañeros? Salir desde temprano para recorrerlo y hacer tu tarea.

Para recorrer el museo te recomiendo llegar temprano; lo sé, lo sé, tal vez quieras levantarte tarde después de que toda la semana madrugaste para ir a trabajar pero, créeme, valela pena. Recuerda que el fin de semana hay una mayor afluencia de visitantes, tanto nacionales como extranjeros.

Si planeas llegar en auto, puedes dejarlo en los estacionamientos que se ubican a un lado del museo.  No te recomiendo dejarlo en la calle debido a que el “franelero” no se hará responsable de él.

La entrada es libre los domingos mostrando tu credencial del IFE. Entre semana tiene un costo de $57 pesos y con entrada gratuita para niños menores de trece años, estudiantes y maestros con credencial vigente, adultos mayores de 60 años, jubilados y pensionados, así como pasantes e investigadores del INAH.

Seguro estarás pensando “¿y el desayuno?”. Bueno, pues ni te preocupes en salir del museo, ¿sabias que existe un restaurante dentro del mismo? Se llama Meridiem, y está ubicado en el lado izquierdo después de la entrada principal, justo antes de las salas de exposiciones.

Los precios no son tan altos, y la sazón tampoco está del todo mal, aunque las salsas son para turistas, y por lo mismo no pican lo suficiente para el comensal mexicano.

En el restaurante puedes elegir entre desayunar dentro o fuera; personalmente recomiendo en exterior, así puedes romper la rutina del restaurante clásico, y créeme que te desconectas del bullicio dela Avenida Reforma y de la ciudad.

Después de tu desayuno en este lugar único empieza tu viaje por la magnifica historia antigua de México.

Recuerda siempre seguir las indicaciones del personal de seguridad y restricciones; si existe un letrero que dice “Fotografía sin Flash”, hazlo SIN flash.  Esta medida se toma debido a que el exceso de luz sobre cualquier superficie pigmentada (sea con óleo u otro material) hace que sus pigmentos vayan perdiendo color, además de que está PROHIBIDO TOCAR.

Todas estas restricciones no son para molestarte, son para cuidar las piezas que tienen más de 200 años de antigüedad. Son nuestros tesoros, y depende de nosotros que sigan exhibiéndose sin ninguna otra restricción; además de que muestras tu educación y respeto convirtiéndote EN UN TURISTA DIFERENTE, y te evitarás la pena de que los elementos de seguridad te llamen la atención e inclusive te pidan que abandones el museo. Ellos están ahí para cuidarte a ti y a las piezas exhibidas.
Las cámaras fotográficas actuales tienen la opción de quitarle el flash, así que no hay pretexto para ello. Si llevas contigo una cámara que no tenga esa función puedes poner un pequeño trozo de masking tape antes de salir de tu casa.

En cuanto a vestimenta ve cómodo y evita llevar bultos, si te es posible, de lo contrario los deberás dejar en paquetería.

En tu recorrido puedes detenerte un momento en el estanque que está en medio del patio principal, donde puedes relajarte descubriendo los diferentes reptiles y peces que ahí habitan, dejándote llevar por la tranquilidad de la naturaleza. Ese el punto de reunión predilecto por los visitantes, y podrás conocer personas de todo el mundo. Fue ahí donde me encontré con una familia de Costa Rica, al preguntarles su opinión sobre el museo me respondieron: “Nos ha gustado todo, hemos pasado todo el día aquí, ¡esta increíble!”, lo cual, como mexicano y heredero de esa historia es un orgullo y satisfacción escuchar esas palabras.

Puedes regresar a comer al mismo restaurante del museo.  En la tarde existe la opción de buffet y a la carta, cualquiera de las dos es recomendable, y si el clima te lo permite vuelvo a recomendar el exterior para seguir en el ambiente del museo, o puedes salir y caminar por el bosque de Chapultepec, donde podrás encontrar desde los clásicos chicharrones hasta comidas para toda la familia.

Espero que tu viaje por la historia de México desde sus humildes orígenes, sus imperios con sus grandezas y su caída, sea un viaje que recuerdes por un largo tiempo.
Recuerda que no es cualquier historia, es NUESTRA HISTORIA.

¿Sabes en que parte del museo se encuentra esta escultura?  Es una estela Maya.
¡No dejes de visitar el Museo y descúbrela!