• Entre aguas cristalinas y arena blanca, nos espera el lugar donde los mayas construyeron su hermosa ciudad amurallada.

Por: Raúl García
 
Nuestro #ViernesdeViajes ya esta aquí y nos vamos a una nueva aventura en un destino justo a la orilla del mar caribe mexicano, en la Riviera Maya. Es uno de los atractivos principales de la región y con gran afluencia de visitantes. Es una zona arqueológica, pero no nos referimos a Teotihuacan, ya que -a diferencia de éste- sus estructuras son de un color blanco que brilla bajo las estrellas. Hace mucho se le llamaba “El lugar donde nace el sol”  y su nombre original era Zamá

¿Lo conoces? ¡Nos referimos a Tulum, la Muralla Maya!  

Nuestro viaje nos lleva al Parque Nacional Tulum y aunque es pequeño a comparación de otros sitios turísticos mayas, es hogar de una hermosa flora y fauna de la región y eso lo constatamos desde la carretera federal con los cientos de aves que sorprenden a nuestra mirada.

Al llegar, nos topamos con un camino largo bordeado de selva de manglar; existe la opción de subir un pequeño transporte parecido a un tren, pero en vez de locomotora tiene a un tractor y te lleva justo a la entrada; sin embargo, decidimos caminar y disfrutar de la naturaleza que nos rodea. Ya en nuestro camino nos topamos con varias iguanas de diferentes tamaños y las aves multicolor amenizan con su canto nuestro caminar.
 
                                                                                    
 
Llegamos por fin a la entrada del Parque Tulum y comenzamos a recorrer un pequeño camino bajo la sombra de enormes árboles, pero mientras caminamos el último trecho para llegar a la muralla descubramos un poco más de la historia de Tulum. 

En la antigüedad la ciudad era llamada Zamá, que en maya significa “amanecer maya”. Su nombre actual “Tulum” se cree que se comenzó a utilizar en los primeros días cuando fue descubierta la ciudad. La mayoría de las construcciones, sus templos y palacios fueron erigidos en los años del periodo posclásico maya -en los años de 1200 a 1450- inclusive se cuenta que aún se encontraba habitada en los primeros días de la conquista y colonia española. Su total abandono se dio en los finales del siglo XVI. 

En 1842, los antropólogos John Llyod Stepehens y Frederick Catherwood visitaron Tulum para investigar las ruinas y plasmar varios dibujos de la antigua ciudad; estos investigadores ya habían visitado Uxmal, Copan y Palenque. El lugar fue un importante centro ceremonial y político maya, inclusive a principios del siglo XX algunos pobladores mayas de diferentes comunidades acostumbraban a llevar ofrendas, pero al aumentar el flujo de visitantes a la zona las peregrinaciones de los pueblos vecinos se detuvieron.

                                                                                                                                                                                                                                                                                                       Foto por: Raúl García
 
Después de recorrer su historia es hora de adentrarnos en su muralla, la cual delimita a la ciudad en el norte, el sur y oeste, así como la parte oriental que da justo al mar Caribe. Tiene 2 torres de observación, que son raras en la cultura Maya. Su entrada es angosta, parecida a un triángulo donde sólo puede pasar una persona a la vez y es necesario agacharse, pero al salir es como transportarse a otro tiempo. Delante de nosotros se revela una majestuosa ciudad, con varias construcciones y una gran pirámide en su cumbre conocida como “El Castillo”, además del templo del Dios del viento Kukulcan (Ehecatl en el centro del país). Está ubicado justo al norte del castillo en las ruinas llamadas “El Grupo Kukulcan” y es el que decidimos visitar primero. Al llegar, sentimos un aire marino mientras nos acercamos al templo y nos refresca; mientras, entre sus rocas las iguanas esperan que los rayos del sol las calienten para poder comenzar sus actividades diarias.

                                                                            
 
Seguimos recorriendo las ruinas de Tulum y llegamos al otro edificio: “La Casa de las Columnas” y “La Casa de Halach Uinik”; son bellos complejos residenciales, seguramente en esos tiempos eran para sacerdotes prominentes de la ciudad. Sus bellos muros nos hacen imaginar cómo eran en sus días de gloria, brillando cada mañana con los primeros rayos de sol.

Existe una construcción muy peculiar, la llamada “Casa del Cenote”, donde se hace notar la importancia que los mayas le daban al mar y a su culto acuático. Uno de los edificios más hermosos es el “Templo de los Frescos”, hoy en restauración. Por entre los pilares modernos que actualmente sostienen la estructura se pueden apreciar aún las pinturas rurales, nos cuentan que pueden ser seres sobrenaturales del inframundo maya, lo que los hace únicos en su tipo y una herencia de la cultura. También notamos mascarones ornamentados en las esquinas del edificio, antes llenos de colores simbolizando a Kukulcán, hoy ya casi desparecidos y hogar de varias iguanas dispuestas a tomar el sol en el que alguna vez fue un templo sagrado maya.
 
                                                                            
 
Delante llegamos al edificio más importante y representativo de todo Tulum, llamado “El Castillo”. Fue construido justo en la parte más alta del risco sobre el mar, hoy en día ya no es posible subir sus escalinatas por motivos de restauración y conservación del mismo; su función -además de templo- era de faro, ya que los mayas surcaban las aguas del océano en el segundo arrecife más grande del mundo. Existían en su tiempo dorado, las antorchas que se encendían reflejando la luz por medio de ventanales, para así evitar que los navegantes chocaran con las rocas.

“El Castillo” consta de tres accesos adornados con columnas y mascarones, frente a él se aprecia una pequeña plaza o plataforma para danzantes o eventos religiosos y dos templos, uno en cada costado. Entre todas sus construcciones de alrededor del Castillo se encuentra el Templo de la Serie Inicial, fue ahí donde se encontró una fecha en particular, que es una de los tiempos más antiguos encontrados en la ciudad de Tulum: el año de 564 d.C.

Justo estando frente y con el mar Caribe de fondo, nos damos cuenta del por qué los Mayas decidieron construir aquí su ciudad; la belleza es incomparable.

Al acercarnos al mirador, nos quedamos perplejos ante lo hermoso del lugar, decidimos tomarnos el tiempo y sentarnos en una de las pequeñas bancas que existen en el corredor, volteamos la cabeza y recorremos todo el complejo arquitectónico. Cerramos los ojos y eliminamos los sonidos de docenas de turistas, dejando sólo el sonido del viento, de las gaviotas y de las olas rompiendo en las rocas justo debajo de nosotros. Sentimos la brisa en nuestro rostro y pecho e imaginamos por un momento el ir y venir de cientos de canoas mayas, con sus mercancías de Sudamérica e inclusive del centro del país, todo lo que estas paredes podrían contarnos si pudieran hablar. ¡Las leyendas que escucharíamos!
 
                                                                   
 
Termínanos nuestro viaje como lo iniciamos, en medio de la selva, y atravesando una de las salidas de la Muralla Maya, no sin antes toparnos con aves color amarillo e iguanas corriendo por entre los árboles.

Quizá estas ruinas prehispánicas no sean tan grandes como Palenque, pero son sin duda una de las más representativas no sólo de la Riviera Maya, sino de todo México, recordándonos siempre nuestras raíces e historia, invitándonos a explorar y buscar la historia oculta detrás de los muros de nuestras ciudades.

¿Qué llevar?
  • Repelente de insectos
  • Sombrero y lentes de sol
  • Ropa ligera
  • Muda de ropa
  • Calzado como botas para explorar, si llevas sandalias podrías resbalar
  • Botella de agua

¿Qué no llevar?
  • Chamarras y suéteres están de más, el lugar es caluroso
  • Calzado y ropa delicado

 

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