- Una tradición mexicana en la que se recuerda con amor, creatividad y humor a los que ya partieron.
Por: Raúl García
¿Qué país se come a la muerte convertida en chocolate y azúcar?
¿Qué país hace un camino para que las ánimas de los niños, adultos y ancianos lleguen a comer sus platillos favoritos? ¿Qué país tiene un pan de muerto que asemeja pequeños huesos? ¡Claro!, ese país es México, y el primero y dos de noviembre llega la muerte con diferentes sabores, en papel picado y con olor a cempasúchil; una tradición que logró sobrevivir a través de los siglos, donde antes los aztecas la celebraban y después con los cristianos siguió no tan diferente como comúnmente se piensa.
Si bien es maravilloso visitar algunos lugares como Pátzcuaro, Oaxaca, Veracruz e inclusive en la UNAM, que son lugares con mucha historia y tradición, también existen lugares donde se empieza a formar una tradición y año con año se refuerza más y más, uno de estos lugares se localiza en Tlalnepantla, Estado de México, en la Colonia de Valle Ceylán.
El día primero de noviembre, en la calle Jalapa, varias casas comienzan desde muy temprano a decorar sus jardines y entradas con papel picado, pero no sólo pequeñas tiras de papel, sino al contrario, largas tiras y de diferentes formas, representando al puro estilo mexicano esta tradición; siguiendo con diferentes calacas de tamaño real y más grandes personificando a diferentes estilos de vida de personajes entrañables como luchadores, niños con su uniforme de marinero, el clásico pajarero con su pájaro de la suerte, la vendedora indígena del mercado con su molcajete, el novio y la novia sentados muy juntitos como recién casados y hasta una pareja de bailarines, toda una tradición que no le pide nada a los otros puntos turísticos de la ciudad.
Foto por: Raúl García
No existe premio alguno para la mejor ofrenda, ni se elige por el voto de la gente, es por eso que es tan especial esta pequeña tradición, porque sale del corazón de las personas y no por un concurso para saber quién es mejor o quién fue el más creativo. Cada uno de lo altares tiene ese algo que la hace especial, si no utilizan muchas calacas o flores, regalan calabaza en dulce y si no dan calabaza, dejan que uno se tome la fotografía del recuerdo.
Foto por: Raúl García
Algo muy peculiar es que mucha gente se disfraza de personajes de películas de terror o de acción, lo cual no está mal; el sincretismo y la gran influencia de nuestro vecino del norte hace muy difícil el no caer en la noche brujas, pero aquí no están peleados. Aquí todos se disfrazan, pero no olvidan sus tradiciones y sus raíces.
La muestra de los altares empieza alrededor de las 5pm hasta las 10pm u 11pm, dependiendo de la afluencia de visitantes que llegan desde muy lejos esperando poder admirar las diferentes creaciones artísticas de las casas.
En sí, el recorrido es pequeño, no más de una cuadra, y es fácil de recorrer. El ambiente es alegre y lleno de cordialidad, donde todos se toman fotos con todos y si tu disfraz es peculiar, seguro más de una persona te pedirá una foto.
Muchas personas solo esperan ese día para lucir su mejor traje de Catrina o de algún súperhéroe, villano o de esqueleto. La pasarela de disfraces te sorprenderá.
Algunas casas dejan sus veladores y representaciones de tumbas hechas con aserrín o pétalos de cempasúchil en sus aceras y parte de la calle, y puedes admirarlas durante la noche. Por un momento, los vecinos olvidan sus diferencias y se reúnen para hacer de este día algo inolvidable, haciendo que nuestras tradiciones no queden en el olvido y puedan sobrevivir a este mundo tan cambiante, así que disfrázate pero no olvides tus tradiciones y tus orígenes.
Foto por: Raúl García
Ya lo sabes, antes de pensar que te perdiste el Día de Muertos en algún lugar turístico del interior de la República Mexicana, date una vuelta por lugares como éste en la ciudad, tal vez estés a unos metros de alguna nueva tradición como en la colonia Valle Ceylan en Tlalnepantla.
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